La
importancia del tema de la equidad de género radica en la necesidad de
construir una sociedad con igualdad de oportunidades, en la que el respeto por
las diferencias sea la base de las relaciones entre las personas.
Las
diferencias biológicas que determinan el sexo se han usado para justificar la
desigualdad social entre mujeres y hombres, la cual es producto de costumbres,
tradiciones y creencias socialmente construidas y se manifiesta en el acceso
disparejo a los recursos, la información, la toma de decisiones y la prestación
de servicios. De esa manera, más que en función de sus capacidades, mujeres y
hombres actúan conforme a los roles de género que construyen a partir de las
normas sociales de comportamiento.
La
educación con perspectiva de género consiste en la formación de niñas y niños
con base en principios de equidad entre los sexos. Esta tendencia abre el
camino hacia la superación de la inequidad de género, ya que crea las
condiciones para el acceso igualitario al mercado de trabajo y el cambio
cultural en mujeres y en hombres, con lo que se favorece la
construcción de una sociedad más justa y equitativa.
La
escuela se perfila como segundo ámbito de socialización. Como se ha demostrado,
la educación actúa de manera directa en construcción de una cultura, que a su
vez puede cambiar o perpetuar formas de pensamiento y acción social, para
mantenerlas jerarquizadas o para incidir en transformarlas. Asimismo, la
educación permea con fuerza la construcción de las individualidades y de las
identidades, que conforman la ingeniería del ser social.
En
la escuela, los docentes tienen la oportunidad de abordar el proceso educativo
con una actitud promotora de la participación equitativa y conjunta entre niñas
y niños. Por consiguiente, deben evitar que el lenguaje y el trato hacia
alumnas y alumnos refuercen los estereotipos de género y por el contrario
esforzarse en promover la comunicación y la relación social de niñas y niños,
la cohesión, el trabajo y la colaboración en grupo, el respeto a normas y reglas
y la no discriminación. Así, con acciones pertinentes dirigidas a incidir de
manera favorable en el desarrollo de relaciones equitativas entre los sexos, es
posible reorientar los mecanismos que transmiten los valores y concepciones
tradicionales acerca de las mujeres y los hombres.
Una
prioridad de los compromisos adquiridos en la Conferencia Mundial sobre
Educación para Todos, realizada en Jomtien, Tailandia, en 1990, es la de realizar
acciones concretas y permanentes para impulsar la equidad de género en la
educación, con el firme convencimiento de que educar con esa visión implica
enseñar valores de respeto a la dignidad humana y al reconocimiento de la
igualdad en la diferencia.